domingo, 20 de febrero de 2011


El suelo húmedo del sábado devuelve las sombras a mis pies. Bajo el paraguas de estrellitas sólo veo adoquines resbaladizos y la gente que se cruza en mi camino, de rodillas para abajo. Abajo rima....mmmm. Rima con atajo.

Esta noche de luna llena que no se ve, lleva arañazos de despedida, lleva pellizcos de recuerdos y ansias de parar los relojes y los pulsos. Esta noche lleva una botella de vino en el bolso, intenciones y bocados de recuerdos, alimento de sueños construidos con pintura de la mala, de la que se borra con dos golpes de agua. De esta agua que hoy cae del cielo y de muchos ojos.
Purifica el llanto como la lluvia, y a cántaros debe caer hasta que amanezca un día claro de presente. Esta noche, antes de abandonar el día que ya es mañana, recobro el tacto de terciopelo de la piel que ya no es mía, de las retinas que no me miran y nunca me vieron, pero que recuerdo y recordaré siempre. 

En esta noche de lluvia , sin la luna que sé que está y no vemos. Esta luna imposible que jamás volverá a ser la misma.

(A mi madre Virginia, que sé que sabe leer ente líneas, porque la quiero con mi alma entera y ella aún no lo sabe.)

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