domingo, 30 de enero de 2011

Isla Soledad

Aún no ha llegado hoy el asador de castañas, impregnando la atmósfera de bruma caliente, las mujeres pasean, algunas del brazo, con los ojos perdidos en los miles de escaparates, su postura encorvada, más de recogimiento que de dolores, esperando no sé qué ilusión en una camiseta rebajada que sólo ellas hayan visto, Buscadoras de tesoros, piratas empuñando los sables en las refriegas de los montones de ropa inservible. Otra mujer rubia me mira y pude ver en sus ojos un espejo de los míos. Eres alta y delgada, morena salará...como tu madre....
El vocerío del vendedor de cupones se ha convertido en el tintineo constante de cada día...padre nuestro que estás en los cielos, los carritos de la compra, cada vez menos presentes en este caos diurno, arrastrando noches en vela y caras tristes.
Anoche debí haber salido a casa del pintor, gordo y afable como una morsa hembra, siempre lúdico en extremo y me hubiera dicho: te amo, volveré a pintarte como entonces, no te abandones, pequeña mía. Hubiésemos retomado poemas de Gerardo Diego, o de Aleixandre, los pocos pedazos que han sobrevivido a la tempestad del olvido, y los hubiéramos devorado como náufragos hambrientos, y tal vez su hermafroditismo le hubiera permitido volverse sirena como hace años, y cantar para mí en un trance de discoteca gay.
Su estudio es como imagino las buhardillas parisinas, cuando los artistas pasaban hambre y calentaban su sangre y sus ideas con absenta...cristaleras desvencijadas, toda esa luz tamizada por el polvo milenario, olor a disolvente y semen pegado en el suelo. Su mejor obra, sin duda es ese suelo, ni Pollock hubiese perpetuado tanta memoria inscrita en un solo espacio, ni Goya, ni Matisse, ni Picasso.
El vocerío no cesa y se oyen algunos gorriones, luchando a muerte contra las palomas que devoran las migas que caen en la terraza del bar, en un suelo resbaloso de cervezas y pasos vertidos sin cuidado. Es viernes, hoy la caja registradora entonará un salmo por los benditos borrachos que huyen de sus oficinas pidiendo auxilio en el fondo de sus vasos, buscando en esas bolas de cristal el futuro que soñaron hace ya tanto tiempo que quedaron ahogados en el recuerdo y en sus hígados inflamados...¿dónde está el amor? Eso es algo que ya nadie se pregunta, beben cerveza hasta que brota de sus comisuras de odre lleno a rebosar, olvidar, olvidar...


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